martes, 19 de mayo de 2009

Hoguera

Antorchas inflamadas de flamígera tortura. Caminando por las calles se acercan los soldados, mis manos atadas ya no sienten la vida, y en mis oídos cansados se desdibujan miles de gritos susurrados, mis ojos adormecidos alcanzan a mirar tan solo los millones de puntos brillantes de las antorchas encendidas...

Me acusan y me castigan por ser yo un simple caminante, me condenan por ejercer mi profesión. Esa profesión a la que le tienen pánico, malditos borregos de la sociedad. Tienen envidia pues mis manos pueden alterar su frágil orden, me tienen miedo corruptos humanos pues yo no caigo en sus bajesas, me castigan cuando en realidad saben que ustedes deberían ser los castigados.

Las carcajadas se apoderan de mi semblante cuando acercan al piadoso fuego hacia mi, ¿acaso no entienden que yo controlo la realidad y lo que es falso?... el fuego purifica, y además ignoran pequeños humanos, que los fénix se hacen más fuertes cada vez que resurgen triunfantes de las cenizas...

No me destruirán con el fuego, pues es mi amigo y mi aire lo alimenta, soy yo quien le da de comer... No será con el fuego que me destruyan. Y volveré, volveré a caminar como siempre, volveré a hacerles la vida imposible mis pequeños e incautos borregos

1 comentario:

  1. De verdad me gusto este escrito.. El fuego no nos destruye si renacemos de las cenizas como los fenix!! Sigue escribiendo.. Att. Caminante de la Lluvia.. (ya me gusto ese nombrecito jaja)..

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Lenore

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