¿Una flor brota de la tierra? ¿Nace de las alas de un árbol? ¿Mira al cielo o a la tierra? ¿Qué es una flor?
Cuando Flor era una niña rebuscaba en la tierra con las manos excavaba en el jardín de su casa con el dedito, a veces sentada en la tierra y a veces agachada, coleccionaba plumas y piedras que encontraba en su patio, subía al viejo álamo que la vio nacer, que la vio crecer, a su sombra recibió (¿o en realidad dio?) su primer beso; saltó, jugó, lloró, durmió, comió y volvió a dormir bajo ese álamo; le gustaba su olor resinoso y viejito.
A Flor le encantaban la tierra y las plantas, y por supuesto le encantaban las flores, bueno no todas, no le gustaba el color de los tulipanes de su madre, ni el sabor de las acacias, pero a diferencia de esas pocas excepciones le encantaban los colores, formas, olores y sabores de la mayoría de ellas. Les hablaba y cantaba, pero solo le contaba sus secretos más profundos al viejo árbol que la consolaba y abrazaba cuando estaba triste.
¡Flor salta! ¡Flor grita! ¡Flor ríe! ¡Flor cae! ¡Flor llora! ¡Flor se levanta! Y las flores del jardín no dejan de mirarla con sus ojos de pétalos envidiosos; pues es la flor más hermosa del jardín.
A Flor no le gusta el auto de su padre, aplasta el césped y lo deja medio bobo; si no fuera porque dentro de ese armatoste viene su papá no lo soportaría; se acerca corriendo, le gusta abrazarlo, es tan fuerte, alto y suavecito; aunque siempre parece estar tan lejos, tan borroso.
Las flores miran siempre a su padre de forma extraña y se sonrojan tapándose la cara abochornada con las hojas del tallo.
Un día Flor fue a la escuela y le dijeron en alguna hora aburrida que las flores eran los órganos reproductores de las plantas y Flor no se lo creyó ni un poco, seguramente su profesora estaba confundida, ¡claro! Su madre le había contado sobre los genitales y para que servían, las flores no parecían para nada eso, ¡¡ELLA no parecía eso!! De hecho al volver a su casa comprobó y comparó cada una de las flores del jardín. Sí, no había duda, su maestra debía estar confundida, a diferencia de algunas orquídeas las flores no parecían eso.
Aun así; y tras la prueba en la que había sacado una mala calificación al expresar en ella su investigación comparativa; se seguía preguntando si sería una gran equivocación de los adultos, ya había sucedido antes, como el día en el que le dijeron que las hadas no existían o que el viento no habla. Por lo que Flor pasó casi una semana observando el patio casi sin dormir para ver si las plantas orinaban por las coloridas flores. (Puso especial atención en las orquídeas por puro profesionalismo científico).
Pero nada, las pequeñas coloridas solo se mecían con el viento y a veces cantaban, a veces lloraban, a veces callaban y a veces se molestaban entre sí.
Flor triste una noche sin saber que era verdad se sentó junto al gran álamo, y el viejo la sostuvo entre sus brazos mirando las inocentes lágrimas de la niña, la abrazó con sus largos brazos y la acurrucó en su copa, lentamente el abrazo se fue haciendo más profundo y la niña lentamente se transformó, sus brazos se hicieron de colores y sus ojos miraron al cielo, se convirtió en la más hermosa flor sobre las alas del inmenso árbol.
hermanitoo lindooo!! vuelvo a ser una de tus lectoras, hermosa historia... me encanta como escribes!
ResponderEliminar♥
ResponderEliminarIncreible relato realmente me a facinado muy bueno SALUDOS
ResponderEliminar