Camina el rellano de la puerta sin saber si tocar o no, Daniela ha estado casi veinte minutos frente a la puerta y no se anima a entrar, se detiene, acaricia lentamente su pendiente izquierdo mientras piensa y vuelve a caminar de un lado al otro en el rellano, levanta la mano sobre el picaporte, siente la perilla cierra los ojos y la vuelve a soltar. Levanta la mano izquierda donde sostiene un papel lo mira con una mezcla de preocupación y tristeza, suelta el picaporte y sigue caminando.
Ella ya está muy cansada, le duelen los pies, fue un día largo; las reuniones en la oficina le habían hecho batir un record en preparar la mayor cantidad de café en su vida. Aparte no pudo almorzar bien por entregar unos documentos.
Y ahora después de hacer tantas cosas, no tenía la fuerza para entrar, se sentía cobarde, sucia, penosamente esparcida en el suelo de ese rellano, ¿acaso no podía simplemente girar el picaporte y entrar? ¿Tan difícil era? A fin de cuentas lo que le esperaba dentro no era algo muy prometedor, pero aun así Daniela sabía que debía entrar y enfrentarlo, aunque al parecer su cuerpo en ese momento no tenía ganas de cooperar.
De repente una voz la sobresaltó, no sabía de dónde venía, no hay nadie en todo el pasillo; sientió una voz justo frente a ella que parecía cantar pero ella no miraba nada, de pronto como si un velo se escurriera se encontró con una mujer de extrañas vestiduras azules y celestes justo frente a sus ojos.
Daniela no podía salir del shock y no podía moverse teniendo frente a ella a esa enigmática chica que apareció de la nada frente a sus ojos, que al parecer no le interesaba en lo absoluto Daniela y solo cantaba en voz baja una melodía en un idioma extraño.
Daniela al fin pudo moverse y estiró un poco el brazo derecho para tocarla, pero en el momento en el que se movió, la extraña mujer dejó de cantar y retrocedió un poco asustada, la extraña mujer quedó mirando la mano estirada de Daniela y se acercó lentamente como queriendo olfatearla.
En ese momento se dio cuenta del papel que tenía en la mano izquierda Daniela, apuntó con el dedo y dijo en una voz casi de niña -¿eso te preocupa? ¿qué es?- Daniela absorta miró su mano izquierda y sin saber porque, respondió en voz entrecortada –Es la factura del agua, me he olvidado de pagarla y hoy es el último plazo- la extraña mujer la miró con una expresión dulce de lástima, -¿pagar el agua?- dice con una risita -¡yo soy el agua! ¿Quieres comprarme?-.
Daniela no sabía que responder, la miró y estiró su mano de nuevo, esta vez la extraña mujer no retrocedió, y Daniela la tocó en el brazo, lo retiró enseguida asustada. –Estas momo mojada- dijo Daniela muy asustada, -no estoy mojada; ¿como el agua puede estar mojada?- dijo el agua con un tono burlón.
La extraña chica tomó el papel de la mano de Daniela y este se fué humedeciendo desde el punto en el que lo tomó, Daniela asustada miró como su factura vencida se fué transformando en un papel mojado, la chica lo miró sin inmutarse ante los ruidos de protesta y conmoción de Daniela, la mujer agua no encuentró nada que le interese del papel y se lo devuelvió a Daniela, se dio la vuelta y la regresó a ver sobre su hombro, le dio una sonrisa y dice –no me interesa ser comprada- y se fue caminando mientras siguio tarareando su canción, hasta que de pronto solo desapareció.
Daniela se quedó paralizada con el mojado papel en las manos, sin dejar de ver a donde desapareció la mujer agua giró el picaporte, pensando en que tal vez sea el resultado de tanto trabajo y entra lentamente en la casa, antes de cerrar la puerta volvió a sacar la cabeza y miró hacia donde desapareció la extraña mujer.
Al cerrarse la puerta se escucha una voz de un hombre dentro -¿pagaste el agua?-.
No hay comentarios:
Publicar un comentario